PELIGRO DE GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL


Después de tener una semana muy estresante, una de esas en las que tenes ganas de tirarte del quinto piso de un edificio, por fin había llegado el domingo. A diferencia de muchos, mi día favorito de la semana es el domingo, ya qué significa que comemos asado y al rededor de las 14 horas salimos para al Monumental, mi segunda casa. Además, ese día era muy especial, se jugaba el Superclásico del fútbol argentino y si River conseguía vencer a Boca se consagraría campeón de la liga. 

Ese día me levante a las 9 de la mañana, los nervios y la ansiedad no me permitieron dormir pero aproveché para prender el fuego y escuchar una buena música. La televisión y el celular no los toco hasta 3 horas ante de que empiece el encuentro, ya que solo escucho cargadas y noticias no confirmadas que solo me multiplican los nervios. 

Al rededor de las 12 llegaron los amigos de mi viejo a casa, comimos, tomamos algo y no lo voy a negar, nos reímos un rato pero la ansiedad nos superaba. Se hicieron la 13:30 y fue hora de salir para el Monumental, nos subimos al auto de Ariel, un golft 2017, y repetimos la rutina de siempre: Mosconi, Chivicloy a la izquierda, al fondo hasta general paz, derecho hasta la Lugones, nos bajamos en Pampa y Alcorta y le metemos derecho hasta el estacionamiento del club Hípico, todo esto mientras escuchábamos a Lito Costa Febre.

Cómo era costumbre, mi viejo se quedaba en el Hall charlando con los dirigentes de River, mientras los demás íbamos a guardar lugares en la San Martín Alta. Cuando subimos a la tribuna, eran más 3 de la tarde, todavía faltaba 1:30 hora para el partido pero solo 30’ minutos para saber quiénes serían los 11 titulares. De repente, mi cara transpiraba preocupación ya que el enganche titular en el equipo era Jorge Carrascal, un colombiano que le había agarrado bronca por su comportamiento y sus poco compromiso con el equipo, sin embargo, Colombia era crack y no lo podía negar.

En un abrir y cerrar de ojos, faltaban 10 minutos para el pitazo inicial, mi papá ya estaba sentado entre medio de mi hermano y yo, el aire estaba pintado de humo rojo y blanco, el Monumental estaba explotando de gente. De repente, salen los equipos a la cancha y la gente comienza a tirarle la localía encima a Boca y 5’ minutos más tarde, comenzó el Superclásico.

River jugaba bien y se hizo protagonista del encuentro como dicta su historia, Boca por otro lado, se refugiaba y trataba de lastimar de guapo a su contrincante, estrategia que le sirvió durante los 45’ minutos del primer tiempo. E incluso, a penas comienza el segundo tiempo, logran conectar un tiro en el palo luego de un error grosero del Káiser Pirez, que me erizó la piel.

Los minutos pasaban y los nervios de todo el mundo se multiplican por mil, faltaban nada más que 10 minutos y hacia un tiempo que river no lograba atacar. De repente, Carrascal decidió tirar un caño que le salió mal y provocó la contra del Xeneize, en ese momento, se me escapa un: “Dale Colombiano la concha de tú madre, estás en river” y luego de eso, adelante mío tres hinchas como yo se dan vuelta y me dicen: “Con Carrasca no estúpido, la concha de tu madre” y al segundo siguiente, de los nervios y alcohol, me tiraron un golpe al estómago, yo de reflejo respondo con dos piñas y lo mismo hizo mi hermano, mi viejo y sus amigos saltaron a defenderme. Piñas patadas y puteadas volaban en la tribuna, mientras el partido seguía, hasta que se escucha: “Patea uruguayo”, El Charrúa hizo lo contrario, tiro un taco y le quedo el gol servido a Carrascal que la empuja adentro del arco rival: al momento siguiente, nos abrazamos con los hinchas que segundos atrás nos estaban golpeando, parecía que los conocía de toda la vida, seguíamos abrazados y con voz quebrada gritábamos: somos campeones, gracias River”.

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